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Don Mauricio Rodríguez de la Gándara Ulrich, dueño del bufete Rodríguez de la Gándara Ulrich fundado por su bisabuelo, defiende la cultura del esfuerzo en un emocionante discurso a la plantilla

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Esta mañana, después de leer un nuevo capítulo del manual «Introducción al management», obra del coach empresarial Ricardo Sáenz de Villega, don Mauricio Rodríguez de la Gándara Ulrich ha considerado conveniente reunir a todos sus empleados del bufete de abogados Rodríguez de la Gándara Ulrich -fundado por su bisabuelo en circunstancias poco claras y con la ayuda de dinero requisado al bando republicano durante la Guerra Civil- con el objetivo de ofrecerles una charla motivacional «que ponga en valor el esfuerzo individual como único camino seguro hacia el éxito».

Rodríguez de la Gándara Ulrich, de 27 años, apodado «Mumú» en su entorno familiar, obtuvo el grado de Derecho con la inestimable ayuda de su tío, catedrático en la facultad, y asegura que, de sus compañeros de la carrera, solo han hecho algo con su vida «aquellos que sacrificaron mucho y se quejaron poco». Esta filosofía es la que ha pretendido inculcar a sus trabajadores hoy en su alocución, rica en anglicismos como «focusing», «straight forward» o «motivation boost», además de la expresión «risiliencia», que ha provocado más de una risa mal disimulada.

«El dinero no cae del cielo como los árboles», ha defendido Rodríguez de la Gándara Ulrich, obligando de nuevo a la plantilla a contener la risa. «Somos portadores de un testigo de generaciones de emprendedores y la presión de esta responsabilidad nos obliga a sacar lo mejor de nosotros», ha insistido.

Para alivio de todos los presentes, el discurso del empresario ha terminado abruptamente cuando su secretaria personal, María Teresa Rodríguez de la Gándara Ulrich, le ha pasado la llamada de la secretaria de la Escuela Náutica de Madrid, que le ha informado de que ha suspendido por cuarta vez el examen de patrón de yate. Don Mauricio Rodríguez de la Gándara Ulrich ha abandonado entonces la sala y se ha encerrado en el baño a llorar.

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