El CEO de la compañía Jenkins&Co. ha pedido silencio esta mañana en mitad de una reunión de estrategia para luego decir «Tengo caca. ¿Ideas?». La inesperada declaración ha descolocado a sus empleados, pero el directivo les ha emplazado a «aterrizar este asunto lo antes posible, no tenemos tiempo». «Ideas, ideas, no hay tiempo, seamos creativos», ha insistido el CEO con apremio.
Intentando romper el incómodo silencio, y sintiéndose responsable de la tarea encomendada, la Head of Strategy ha propuesto «interrumpir de inmediato la ingesta de café, para no agravar la situación». El CEO ha descartado la propuesta aduciendo que ya no quedaba café en el vaso de plástico. «Demasiado tarde. Han fallado las previsiones. He tenido un leve retortijón al empezar, pero no era la primera vez y, sinceramente, no esperaba verme en esas», ha explicado el directivo. «Ideas, más ideas, que ya asoma el hocico», ha insistido mientras intentaba motivar a sus compañeros señalando que «a grandes problemas, grandes soluciones» y argumentando que «os pago para que me libréis de marrones». Con los puños apretados, el jefe ha recordado que «el lema de esta casa es looking forward».
En un arrebato de inspiración, el Project Manager ha sugerido «apretar hacia dentro, porque con esto se pueden ganar unos minutos preciosos», a lo que el jefe ha replicado que «en esta compañía siempre hemos mirado hacia delante, no hacia atrás, looking forward, lo acabo de decir, a ver si escuchamos. ¿O es que no sabemos inglés?». Y ha vuelto a insistir pidiendo «ideas, ideas, más ideas».
«Tengo caca. Vamos, tengo caca. Ideas, rebotad ideas», ha vuelto a reiterar el CEO en varias ocasiones, y luego ha interpelado directamente a la Head of Marketing: «Deberías pensar en cómo vender este problema como una oportunidad y no como una crisis, porque esto empieza a oler a crisis reputacional». La aludida ha reaccionado poniéndose en pie y abriendo las ventanas de la sala de reuniones. «Bien, esto está bien, pero empiezo a tener sudores fríos. Necesito algo más. Vamos, chicos, se supone que sois los mejores en lo vuestro, recordad los ceros de vuestras nóminas», ha exclamado el directivo, visiblemente pálido.
«¿Y la opción de ir al lavabo? A veces, la idea más simple es la idea ganadora», ha propuesto el Creative Director. «Al lavabo… te refieres a salir de aquí, cagándome, y correr hacia el lavabo y pim pam…», ha reflexionado el directivo. El Creative Director ha sugerido entonces «salir todos en tropel, como un único ser, con usted en el centro, protegido de las miradas de los demás, para luego dejarlo solo en el cubículo y soltar el paquete limpiamente».
A las 11:46, el equipo se enfrentaba a la primera ventosidad. «Limpiamente ya no podrá ser», reconocía el CEO.
Ante el inminente desastre, ha sido el propio directivo quien ha exigido quedarse solo en la sala de reuniones con las persianas bajadas «y música alta en el móvil». «Fuera, todos fuera, gracias por nada», ha gritado con desesperación. Cuarenta minutos más tarde, ha llamado a su secretaria para solicitar la «intervención de un equipo externo de limpieza, con la máxima discreción y sin preguntas», amén de una muda limpia y un coche aparcado en la puerta con el motor encendido.
A las 13:23, el CEO mandaba desde su ático en las afueras un correo electrónico a los asistentes a la reunión de estrategia para informar de que «el contratiempo de esta mañana nos ha puesto a prueba y ha evidenciado nuestras flaquezas. Tomémoslo como un aviso y una oportunidad para mejorar. Ha sido una cagada gorda, hablando en plata, y no se puede repetir. Gracias por tenerlo en cuenta».
