Después de toda una vida sirviendo en el Ejército, con misiones para la OTAN en Irak y Afganistán, dos medallas y todo tipo de condecoraciones, el soldado Fernando Durán Sánchez se ha enterado por un comentario de un compañero cazado al vuelo de que la mili es opcional en España. “Ah, ¿que no era obligatorio todo esto?”, ha preguntado con el gesto desencajado al leer poco después un artículo que hablaba de la posibilidad de que volviera la mili obligatoria a España.
A Fernando le habría gustado seguir con su carrera de Arquitectura, con su relación de pareja y formar una familia, pero a los 18 años empezó la mili porque pensaba que era obligatorio y ha seguido en el Ejército durante más de quince años. “Nunca me mandaban a casa, así que pensaba que todavía me quedaba para acabar”, se sincera, recordando que «aquí te enseñan a no cuestionar nada».
A sus 44 años, este hombre natural de León está pensando en rehacer su vida pero no sabe cómo. “Ahora que me han hecho General me decís que nada de esto era obligatorio y me costará mucho a estas alturas escalar tanto en otro sitio, empezando de cero”, dice. “Pues claro que se me estaba haciendo larga la mili, pero uno oye tantas historias que pensaba que era normal”, reflexiona. “A mí las armas, la violencia y las jerarquías no me gustan, esto se me ha hecho insoportable”, insiste.
Dos de cada tres generales del Ejército español han perseverado hasta obtener el rango porque no sabían que podían dedicarse a otra cosa. “Yo quería ser informático, pero me presenté en el cuartel a los 18 años porque pensaba que la mili era obligatoria”, corrobora el General del Ejército del Aire Severiano Jabato, de 46 años.
