Al poco de nacer, el 70% de los bebés empieza a percibir su familia como un entorno incompatible con el desarrollo de una personalidad sana y sin traumas, por lo poco a poco y de forma instintiva empezarán a entrenar sus músculos a fin de huir gateando, según han deducido expertos de la Universitat de València. “El terror que genera una madre o un padre resulta esencial en el desarrollo psicomotriz del bebé, que empezará a gatear a la menor oportunidad para alejarse del seno familiar”, explica la psicóloga Esther Bellota, directora del estudio.
La investigación ha consistido en colocar a bebés de edades muy tempranas ante sus padres y observar su reacción natural. Los niños son incapaces de huir al principio pero muestran su rechazo llorando, a veces durante muchas horas seguidas, “lo que es una pista de esa aversión lógica y natural al entorno familiar”. Y ese miedo es el que genera en el bebé el instinto que le hará girarse por primera vez, mantenerse en pie y, finalmente, caminar en dirección contraria a la que se encuentran sus padres, tíos y abuelos.
El estudio sugiere que el bebé intuye, desde una edad sorprendentemente temprana, que en su familia solo va a encontrar “marrones, rencor y desaprobación”. Eso activa unos mecanismos de defensa que le ayudan a ir desbloqueando aprendizajes: gritar, pedir ayuda, huir, dar golpes…
“Muchos padres se muestran inseguros y creen que están educando mal a sus hijos. Y la respuesta es clara: efectivamente lo estáis haciendo mal Y sois unos padres nefastos, que es precisamente lo que necesita el bebé para empezar a moverse”, explica la experta.
El estudio también certifica que lo único que hace que el bebé decida quedarse en casa es el apego que siente por el iPad.
