«La caca se fue por el desagüe. Quiero la caca por la que pagué». Con estas palabras se quejaba esta semana Claude J., cliente de la firma de moda Balenciaga, después de ver cómo sus calzoncillos de la línea Destroyed, que se venden con restos de heces humanas y orina, salían de la lavadora completamente limpios, perdiendo su supuesto encanto original.
Claude J. es seguidor de los diseños de Balenciaga desde hace años y posee varios pantalones destrozados de la misma serie que ahora incorpora también ropa interior masculina usada. Critica que el fabricante no advierta sobre los efectos de lavar las prendas. «Puse un programa delicado y solo han quedado unas pocas manchas, las partes sólidas se han despegado y han desaparecido», denuncia.
La marca ha salido al paso de la polémica apelando al sentido común de sus clientes: «Creíamos que era obvio que lavándolos se echaban a perder». También recuerda que «los componentes orgánicos tienen su propio ciclo de transformación, que forma parte de la vida de la prenda». De todas formas, conscientes del elevado precio de sus productos, desde Balenciaga se ofrecen a «volver a cagar» los calzoncillos de Claude sin coste adicional.
El incidente ha llevado a los fans de la marca a solicitar un servicio de suscripción mediante el cual la firma vuelva a embadurnar con heces frescas las prendas cuando estén «desgastadas». Así, los consumidores irán siempre a la moda, apestando como el primer día.