Juan Andrés Zamorro Parral, natural de Ávila, ha llegado quince minutos tarde al funeral de su esposa Marisol porque la mujer ha tardado más de lo previsto en estar maquillada, algo que, según el marido, es habitual en ella. «Antes muerta que estar lista a tiempo, es desesperante», se queja el hombre.
Aunque, en vida, Marisol insistía en que los hombres no están sometidos a cánones de belleza tan exigentes y pueden recriminar la tardanza desde el privilegio, Juan Andrés cree que es cuestión de empezar antes a arreglarse. «En el momento de la muerte ya estaba presentable, no entiendo esa necesidad de retocarse una y otra vez», dice.
Aunque el entorno familiar del matrimonio recuerda que «para reunirse con Dios hay que estar perfecta», Zamorro señala que «Dios ha visto a Marisol arreglada y también recién levantada, porque Dios lo ve todo, así que creo que no hacía falta tanto maquillaje».
Nada más irrumpir en el tanatorio jadeando con agobio, Juan Andrés ha pedido a sus familiares que disculparan a su esposa. «Le llegó su hora a ella, porque ella a la hora no llegaba nunca», ha sentenciado.